
Empieza aquí un camino, no sé
que calles o recovecos giran alrededor.
El tiempo es un absurdo que no llega
y no quedan más flores.
Hay que entonar entonces un himno
cargado de vientos y de labios
en que el fuego es la rabia de la luna
y la lluvia es únicamente un resto.
No sé si el despertar extremo de manaña
traerá esa luz que se nos prometió
o simplemente será oscuridad reconvertida.
Y cuando lleguen las dulces mieles del futuro,
si es que llegaren, las esperaré
con las manos sobre el alma.
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