lunes, 12 de octubre de 2009

Saludo en otra acera


¡Qué roto lo prístino, qué roto!
¡Qué otro lo ínclino, qué otro!
El mazo qué certero
en este segundo ubérrimo.

No queda nada reconocible en el espejo.
Mirad mis manos
mirad mi vientre
no es sangre eso de ahí:
Es nieve.

Ayer
cuándo amanecía
(gotas de lluvia, cantos de pájaro,
tópicos, señales)
olvidé que allá lejos, acompañándome
estaba la luna
estaba el invierno
estaba.

Y hoy los astros son eclipse
navego hoy sin apenas estrellas
y he de reinventarme a cada ola
más por costumbre que por azar.

Recuerdo enésima vez ubérrimo:
Una esperanza con otro nombre,
pero no es cierto.
Meted la mano en mi pecho
dónde toda la sangre.
¿Estaba mi alma?
¿Estaba?
Estuvo.

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