martes, 6 de octubre de 2009

Tango para un reencuentro difuso

Antes de ayer, mientras llovía, miraba la ventana,
o la puerta, o el vacío, y soñaba con bares o gatitos
mientras los trozos de nube se convertían en sapos
que rebotaban contra el asfalto cómo si no hubiera un mañana.

Siempre, siempre miraba.

Ayer, al empezar todo, salió de la casa casi huyendo,
y recorrió mil y un mares casi rehabilitados
y casi, casi encontró lo que buscaba en una pila de futuros
deshechados por imposibles bajo un manto de palabras.

Siempre, siempre huía.

Hoy, a mediodía, tras comer un poco, se sentó
y revisó un montón de revistas con las páginas arrancadas
donde la gente soñaba sueños en que se atusaba las preguntas
peinándose nueve veces los faldones oscurecidos de la tradición.

Siempre, siempre, a mediodía.

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