
Llegará el día en que mi voz no sea un hilo
en que hablar no me cueste un triunfo
y decir lo que me pasa por el alma sea
lo más normal del mundo.
Ese día no ha llegado, todavía
y ahora me escondo, avergonzado,
por no hablar cuándo pude hablar
y no callar cuándo debí estar callado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario