jueves, 23 de septiembre de 2010

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Desde cuándo

Los sátrapas todavía sestean indómitos
en el mugriento recodo de los pianos
con la frente indómita y podrida
del esquivo enrojecer de las montañas
y la fugaz manera de resubirse a las esquirlas.

Mañana ajena a otros universos, o bandidos
amparados por la urgencia de lo prístino,
todo es el mismo revólver sin sextercios,
el mismo claudicar ante los arcángeles,
y demorar mil galaxias en trincheras.

Hoy reubica el sinsentido su clandestinidad
que rabia entre cánticos y buceos
la infamia de las evidencias insondables.

Cerbatanas amarillas se arremolinan en el prado:
Hoy seduce el reloj las páginas enfermas
y se acaba el principio al comienzo de otra nada.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Napalm

Qué tiempo
qué noche
qué trazo
qué piedra
qué instante
qué rasguño
qué aplauso
qué infame
qué profundo
qué avispero
qué fatal.

Ni un minuto
ni un suspiro
ni un sargazo
ni un abrigo
ni un ahínco
ni un vacío.

No más nubes
no más lunes
no más láminas
no más fusiles
no más tímpanos
no más cavernas.

Y desde este río
y desde este fuego
y desde este amarillo
y desde este amago.

Un poco
un valle
un naúfrago.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Sobreviví

Y no quiero decir que haya pasado el verano y vuelva a andar por aquí, ya de vuelta a la rutina.
Quiero decir que sobreviví, que estoy vivo, tal vez por suerte, o por casualidad, o porque las leyes de la física impidieron, o favorecieron, cualquier otro resultado.
La historia es sencilla: El camino hecho mil veces, un poco de lluvia y de repente yo intentando manejar un volante que poquito antes había dejado de controlar. Ni siquiera estaba de vacaciones. Ni siquiera era fin de semana.

Y no pasó nada.
O casi nada, que no es lo mismo, pero es igual.

Obviamente, el coche está en el taller.
Obviamente, yo renqueo un poquito.

Pero no pasó nada. Apenas si molesté a nadie. El coche arrancó, yo respiraba.
Llegué a mi destino.
Y ya está. Todo sigue.
Y ya está.