Ayer me entregaron algo que me consternó notablemente. El año pasado falleció un maestro que tuve en EGB, con el que había mantenido, en cierta manera, el contacto. Parece ser, y digo parece ser por que no recuerdo demasiado, que le di algunos de mis antiguos poemas para que los leyese. Él los transcribió a mano,y al final, me dedicó unos versos, pues también era aficionado a escribir. Está fechado de 1993 y, por lo que he podido leer, los poemas son notablemente anteriores. Sirva esto como pequeño homenaje:
He estrenado, feliz, una vivencia
que sin duda tuvieron otros antes:
descubrir unos versos rebosantes
de joven inquietud e independencia.
Escritos por quien fue, todo inocencia,
mi alumno en unos días ya distantes,
han devuelto, en verdad, gratificantes
retazos de emoción a mi conciencia.
Es un tanto agridulce el sentimiento
con todo y ser gozoso, pues me avisa
de que no hay nunca desfallecimiento
que al tiempo, ese verdugo que nos pisa,
retrase en su labor. Mas, ¡qué contento
leer tus versos sin ninguna prisa!
No hay placer que sea malo en sí mismo. Lo que es malo son las desagradables consecuencias que puedan resultar si no se usa la cabeza cuando se decide qué placeres perseguir y cuáles evitar.
Epicuro 341-270 a.c.
Lo que pudo existir brilla un instante, Luego deja sus sombras marcadas para siempre, Fue tiempo de soñar, y sin embargo Estaban ya las cartas repartidas. (Luís García Montero. Habitaciones Separadas)
Tú no eres como los demás niñ@s -decía mi madre- Y si no puedes sobrevivir en este mundo, mejor será que te construyas uno propio. (J. Winterson)