domingo, 31 de enero de 2010

Frente a frente

Sin rastro del enemigo
en un millón de kilómetros.
Quedan ya lejos sus huellas,
hace tiempo se apagaron
las últimas fogatas
y las avanzadillas
no encuentran nada.

¿Retirada?
No.
Está ahí.
Acecha.
Avanza.
Sabe que son tan débiles las murallas.
Un guiño, una sonrisa, una palabra,
o la promesa de una palabra.
Lanza su ataque terrible
sólo con esperanza.

Istmos

Si fuese
lo que aparento
sería...

Y ni aún así,
todavía...

Si pensase
lo que digo que pienso
pensaría...

Y ni aún así,
todavía...

Pero soy lo que soy,
pienso lo que pienso,
y pese a ello,
todavía...

viernes, 29 de enero de 2010

Ser original es copiar sin que se note

¿Qué quieres tú
en esta hora de ausencias?
¿Qué quieres?

¿Quién eres tú
que tan persistente me pueblas?
¿Quién eres?

Ahora ruinas,
aquí hubo...

No son fantasmas,
son rostros todavía.

Los vanos de las puertas,
las ventanas.

¿Cuándo llega el olvido,
tú que todo recuerdas?
¿Cuándo llega?

jueves, 28 de enero de 2010

La llave de plata

Retruena en la caverna
contra el más letal risco
el más feroz de los relámpagos.

Un mar,
un oleaje,
va,
viene,
llega
se entretiene
goza
gritando
llorando
viajando
soñando
siendo
estando.

Es lo que fue,
será lo que era.
Un viejo oleaje
en una vieja caverna.

miércoles, 27 de enero de 2010

El payaso de las bofetadas

Noticias de última hora:
Finaliza el expreso
candente de requiebros
con carácter de urgencia
y sustrato permanente.

A tener en cuenta:
Uno, mil, siete.
Sabemos que de hoy en adelante
freír será delito
y rasgar no atenuará.

Recogiendo brasas
en montones iguales,
las islas no saben
qué excusa es ésa,
siquiera el volcán
o la mañana.

Un pedazo era,
ahora, una totalidad.
Mandíbulas apretadas,
puños cinceladores
y el recuerdo vago
de un sacerdote fallecido
visto con ojos obtusos
lejos de un gramófono oriental
que ya no canta
aunque duela,
ni cantará,
aunque duela más.

martes, 26 de enero de 2010

Lavadoras automáticas

No es rentable,
a largo plazo
reclamar al aire
ese pedazo
de cielo
que él llama suyo.
y que dentro de un rato
si el tiempo acompaña
se esfumará tan raudo
que ya casi nadie
habría pensado
que no fuese un trozo
robado a quién sabe
por un simple momento
en quién sabe dónde
de tantos sabores
donde se ocultan
las derrotas cómo puños
y las verdades terribles
suenan repetidas
en un tono sujeto
a reglas vacías.

lunes, 25 de enero de 2010

La princesa de tus sueños

La nieve se está fundiendo
en universos múltiples
donde la pereza es un signo
y las fábulas no cantan.

Orbita lo místico otro puño
que enreda con vaho una tristeza
y la quema entre peajes.
de servil puerilidad.

Al final, lo sabihondo
es tan espúreo como un canto
que triangulase amaneceres imperfectos.

El pirata Roberts

Hieden estos retablos a gomaespuma caduca
que revolotea amarilla desde abajo
y las flechas antigravitatorias todavía rotan
inexistentes en otros cráneos.

A seguir entonces obstruyendo
cloacas y huracanes con azufre
para que no se solivianten las fracturas
ni se articulen los párpados en torno
a un vapor a predeterminar
por un montón de sacos acuosos
que bombardean sin palideces los potrancos
saltimbanqueantes de una galaxia sin prometer.




viernes, 22 de enero de 2010

El imperio del fuego

Razones para todo:
El mundo es una daga oculta
en la mano de un ladrón informe
y la muerte sobreviene
silenciosa en un callejón,
lejos del campo de batalla,
lejos del hogar,
lejos del honor.

Aquí no hay otra cosa
más que basura y rabia
más que silencio y porquería
más que la nada más nada
y todavía
alzando la voz
todavía...

Y lo peor
es lo que queda.

No es amor quién muere, somos nosotros mismos.

No hay, todavía, aire
o esputo suficiente
que sublime sin azufre este pulso,
este azote que renquea
por los rincones en que me oculto.

Una voz, tal vez lejana
puede susurrar evocaciones
que se levanten tan temprano
que arranquen de cuajo la mañana
y no lleguen al final las nubes,
cierto,
pero...
ni se pueden arrancar del tiempo las espinas
ni se pueden ensamblar las otras naves
que se quedaron a este lado de la puerta.
Hoy cómo ayer, una paloma y lluvia.
Pero aquí no existe la épica.

miércoles, 20 de enero de 2010

Lady in red

Pero ya no.
Nadie me acompaña en este crepúsculo
solo las horas
y ellas se afanan raudas en pasar
y zambullirse en el olvido
sin saber que es circular
ese río que las arrastra
y vuelven una y otra vez
a pasar
las mismas
silenciosas, cadavéricas ya por el desuso
buscando aquella otra ribera
donde ardían.


martes, 19 de enero de 2010

Mi coco

Como una legión invicta, el cielo
se entroniza sin saberlo
entre vahos de ácido y lluvias de amapola.

Lisérgico, caústico o blasfemo, navega
un desierto enorme que posterga
hasta un poco más pronto el desencuentro
inevitado de la línea contratada al efecto.

Llenando el azul pedestre, un golfo
se cimbrea exultante de rencores
y reencuentra un sol amarillo que revierte
todo su mañana en una espora.

domingo, 17 de enero de 2010

Un (otro) pensamiento absolutamente estúpido...

Si me comporté como un idiota sin cerebro,
si actué como un egoísta sin corazón
si me escondí como un cobarde sin valor
si tengo el camino sembrado
de flores amarillas...
Tal vez tenga que subirme
al próximo huracán
y...

Pero no.

sábado, 16 de enero de 2010

Las tres dimensiones del asesinato

La oscuridad era otra cosa
no este alma ciega
que remite a otros momentos
en que desvanecerse no importaba.

Cada paso es una huida
y cada segundo un silencio.
Un millón de errores no dejan
que el cielo se dispare
y se ausenten las distancias
como si fueran cascadas.

De un cementerio azucarado llegan
otras líneas de otros tiempos
futuros inflamables que destilan
perezas por siete costados.

Todo polvo, todo vacuo,
muerte por rabia o llanto,
la insoportabilidad del hombro
es solo inexistir de otra manera
y revienta por dentro el aire
implotando perfumes extraños
de penumbras y certezas.

miércoles, 13 de enero de 2010

Pequeñas catástrofes

Al final todo lo futil se acaba consumiendo en aquella alta hoguera y no queda otro cabo que prender.
Foto finish movida por la lluvia.
Polvo, sudor y mierda..

En la carretera, alguien llora.
Es otro luto deshauciado
en una inútil tregua.


lunes, 11 de enero de 2010

Después del cielo

Cautivo y desarmado
no sabe cómo seguir
quién lo tuvo todo.

No sabe, no quiere, no puede.
No importa.
Todo acaba,
menos él.


99 luftballons

Vacío, nada más vacío.
Mi casa, mi cama, mi alma.

Respiro aires distantes,
vanos.

Todo lo efímero se vuelve y me mira:
Yo.

Hay un círculo, o una loma.
Una hora mágica, una hora trágica.
Mil y una puertas.
Ninguna ventana.

¿Qué compensa?
Está rota la balanza.

Vacío, todo vacío.
Nada calma, nada llena.

Aberrante, absurda, la vida
sucede en otra parte.

Ni verla, ni mirarla.

sábado, 9 de enero de 2010

Ab urbe condita

Volver con la frente hirviendo de fracasos y derrotas
buscar el dulce sueño que es escaparse
donde nadie, o casi nadie, llega,
y...

Aguantar la sonrisa un poco más, por este segundo
en que podría haber dejado de esperar, pero...

Estirar el silencio por no romperlo por siempre
y que no doliese la herida,
pero...

No saber otra cosa, no haber comprendido
que el juego no era éste.
Esperar tan poco sin saber nada.
Querer fuera lo que no hay dentro.
Vivir sin saber,
o sin saberlo.

Y creer que fue la ausencia  o el silencio,
esa falta de cielo por la noche
y no esa nada cotidiana, ese vacío horrendo
que era conducir al infierno a mediodía
y regresar con dolor y no con risas,
ese saber que el amor de los solsticios
era un asunto pasajero
y la realidad un puñal incandescente
que atraviesa los deseos como óleos no pintados.

Y llorar sin lágrimas en dirección equivocada,
mirando lo pequeño, lo que parecía.
No hubo brillo entonces, no lo ha habido
para las sonrisas y las palabras.

Y ahora, siendo sueño el mediodía
las vigilias se eternizan a cada segundo.
Esta paz no es la que había.
Pero no quedan ya en el cielo
nada que ilumine.
Solo la sombra de la luz
y la rabia hacia las nubes.

viernes, 8 de enero de 2010

Elegía sin dioses

No hay descanso eterno
solo ojos cerrados,
solo tacto gélido.

No es un sueño
solo suspiro postrero
y la nada.

Es aquí dónde se duerme
es aquí dónde se sueña,
y se imagina una promesa.


Al otro lado del cristal
está todo lo que hay después.

Antes hubo tanto...
Antes hubo mucho.
Y si algo queda
es lo que no habrá más.



jueves, 7 de enero de 2010

Del gempukku al seppuku en diez lecciones (y sin pasar por la casilla de salida)

Pobre daimyo sin bushi
apenas hinin casi eta
que nunca aprenderán bugei
aunque tengan alma de shugenja.

Y por mucho que se diga: Gomen kudasai,
al fin y al cabo, es imposible ser un iwanomi
y que los kappa no se te asienten en el regazo
para robarte el sochu.

Es duro el doro del gaki,
y el fugu, como siempre, escaso.
Mejor buscar un doshi
con quién combatir el baku.


miércoles, 6 de enero de 2010

¿Qué le pasa a Jack?

Amanecer siempre tardío, prolongado absurdamente
con la vana esperanza de que un rato después sea más tarde
y el esquelético tiempo oree las horas inútiles
llevándose con él las nadas y las lágrimas.

Hablar quedo y breve, lejos ya cualquier entusiasmo,
mirando hacia la salida, o hacia abajo,
según quede más próximo,
engañándose:
Mirando atrás de reojo.

Esperar ya nada, ir llenando huecos,

todo burbuja alrededor, todo intocable,
todo distancia, todo tan afuera...

Y vivir, o lo que sea, sobreviviéndose,
arrastrando silencios y deseos
esperando milagros imposibles,
ansiando que vuelva el sueño
o que se vaya
o lo que sea.


Vida inútilmente hambrienta

Que no bastaba el paso
o no se supo dar
hacia la dirección correcta.
Ya no importa.

Sólo queda
quedar solo.

Solo queda
quedar sólo.

Jugar a nada,
eso es todo.


martes, 5 de enero de 2010

El niño yuntero

Sin mirar hacia atrás, por si acaso,
la lluvia desliza entre los hombros
un rasgante asedio de banalidades
que agrupan en su eco un hedor
tan inconsútil cómo inefable.

No hay viento en noches como estas
siquiera vuelve sobre sí mismo
el recoveco aquél en que figuraba
el pendón insaciado de lo cámbrico
que fructificaba incondicionado por el uso.

domingo, 3 de enero de 2010

Hoy no estoy para muchas cosas...

RIMA LXXIII


Cerraron sus ojos

que aún tenía abiertos,

taparon su cara

con un blanco lienzo,

y unos sollozando,

otros en silencio,

de la triste alcoba

todos se salieron.



La luz que en un vaso

ardía en el suelo,

al muro arrojaba

la sombra del lecho;

y entre aquella sombra

veíase a intérvalos

dibujarse rígida

la forma del cuerpo.



Despertaba el día,

y, a su albor primero,

con sus mil rüidos

despertaba el pueblo.

Ante aquel contraste

de vida y misterio,

de luz y tinieblas,

yo pensé un momento:



—¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!



*



De la casa, en hombros,

lleváronla al templo

y en una capilla

dejaron el féretro.

Allí rodearon

sus pálidos restos

de amarillas velas

y de paños negros.



Al dar de las Ánimas

el toque postrero,

acabó una vieja

sus últimos rezos,

cruzó la ancha nave,

las puertas gimieron,

y el santo recinto

quedóse desierto.



De un reloj se oía

compasado el péndulo,

y de algunos cirios

el chisporroteo.

Tan medroso y triste,

tan oscuro y yerto

todo se encontraba

que pensé un momento:



¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!



*



De la alta campana

la lengua de hierro

le dio volteando

su adiós lastimero.

El luto en las ropas,

amigos y deudos

cruzaron en fila

formando el cortejo.



Del último asilo,

oscuro y estrecho,

abrió la piqueta

el nicho a un extremo.

Allí la acostaron,

tapiáronle luego,

y con un saludo

despidióse el duelo.



La piqueta al hombro

el sepulturero,

cantando entre dientes,

se perdió a lo lejos.

La noche se entraba,

el sol se había puesto:

perdido en las sombras

yo pensé un momento:



¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!



*



En las largas noches

del helado invierno,

cuando las maderas

crujir hace el viento

y azota los vidrios

el fuerte aguacero,

de la pobre niña

a veces me acuerdo.



Allí cae la lluvia

con un son eterno;

allí la combate

el soplo del cierzo.

Del húmedo muro

tendida en el hueco,

¡acaso de frío

se hielan sus huesos...!



*



¿Vuelve el polvo al polvo?

¿Vuela el alma al cielo?

¿Todo es sin espíritu,

podredumbre y cieno?

No sé; pero hay algo

que explicar no puedo,

algo que repugna

aunque es fuerza hacerlo,

el dejar tan tristes,

tan solos los muertos.


Gustavo Adolfo Bécquer



Al ver mis horas de fiebre


e insomnio lentas pasar,

a la orilla de mi lecho

¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano

tienda, próxima a expirar,

buscando una mano amiga,

¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidrie

de mis ojos el cristal,

mis párpados aun abiertos

¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene

(si suena en mi funeral)

una oración, al oírla,

¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos

oprima la tierra ya,

sobre la olvidada fosa

¿quién vendrá a llorar?

¿Quién, en fin, al otro día,

cuando el sol vuelva a brillar,

de que pasé por el mundo,

quién se acordará?

Gustavo Adolfo Bécquer

viernes, 1 de enero de 2010

Blackest night

Al final cae el telón y el cartón piedra
se amontona súbito
creando poso.
No hay otra cosa:
Un poco de precinto,
una barba de algodón,
una sonrisa pasajera:
Eso soy yo.
Más allá de ésto
¿Qué me queda?
¿Las piernas cruzadas,
los brazos apretados,
la obsolescencia por sistema,
las manos rotas de culpa,
la mirada ya nunca límpida,
fija
únicamente en la ´caída?
¿Imaginar el pasado que fue,
no el que pudo,
lo divergente
de éste momento único,
de aquél momento único
en que busqué el final
dónde no correspondía
y no saber ya
hacer otra cosa?

Y ahora
lo que queda
si es que queda algo:
Un hilo de lana
tan exiguo,
un presente
en otra parte,
no sé dónde.
Miro al cielo.
Miro al suelo.
Reflejos a reflejos
cenizas a cenizas
nada detrás
nada delante.
Un día más.
Otro igual.