
Era eso.
Simplemente eso.
Que uno hay sitios
dónde no puede mirar.
Que tiene miedo.
Que se esconde todavía
bajo las mantas
y otras cosas peores
para no mirar
para no mirarse
o peor
para verse
más allá
tan otro que no duela
para acallar
esas otras voces
que pudren y corrompen
y llenar esos agujeros en el aire
donde ya nada cabe.
Todavía,
a buenas horas,
ésto.
Y sólo ofrezco silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario