jueves, 17 de septiembre de 2009

Tiempo después.

Voy navegando en estos días opacos en que todo es poco más que tristeza por tristeza, en que las batallas se repiten una y otra vez, una y otra vez... Estoy sólo.
Sí, hay gente por aquí, por allá, gente que me llama, gente que me cuenta, gente que me anima.
Pero estoy sólo. Hay muchas esquinas llenas de porquería, muchos secretos por ahí sueltos, muchos oídos atentos, muchos, muchísimos miedos.

Muchas palabras agolpándose para salir, mucho dolor por ahí, retorciéndose, retoricéndome.

Y muy, muy poca gente con la que hablar. Demasiada.

De golpe, el teléfono. Un nombre. Ese nombre. Tu nombre. Claro que al final no lo borré, cómo te dije que haría. Tu nombre, tú al otro lado de la línea. Así, de golpe. ¿Cuánto ha pasado?¿Dos, tres años? Tu nombre.

Pulso una tecla. ¿Hola? Tu voz. Eres tú. Es la misma voz. ¿Hola?
Hola.
Me cuentas. Te cuento. Me hablas. Te hablo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Parece que un día. Miramos atrás, claro. Es imposible no hacerlo. Está ahí. No hay rencor, no hay ira, no hay nada malo. Solo tu voz, allí, contándome, solo mi voz, aquí, contándote.
¿Verdaderamente ha pasado el tiempo?
Te buscaba, me buscabas. Nunca perdí la esperanza de volverte a encontrar, cómo fuera, dónde fuera. Ya sabes que este mundo es muy pequeño. Te has hecho tu vida. Yo sigo dando bandazos. Sigo buscando, sigo buscándome.

Y ahora estás ahí, al otro lado de la línea, hablándome.
No ha cambiado ni un ápice tu voz.
No ha cambiado ni un ápice tu humor.
No has olvidado los espacios comunes, ni uno.

Estás ahí. Nos tiembla la voz.
Hablamos.
Planeamos.
Concretamos.

Estoy sólo, sigo estando sólo. Cada día es una batalla contra mí mismo y los abrazos no compensan, y la ternura no compensa y las palabras no compensan.

Pero estás ahí, y cada noche me llega un mensaje que parece venir del otro lado del tiempo.

Pero estás ahí y cuando me aprieta tanto el alma que incluso respirar me resulta un triunfo, sé que tú estás ahí, que estuviste ahí, que estarás ahí. Y ahí no hay miedos.

Y cuándo cierro los ojos para intentar dormir tú estás ahí, al otro lado de mi pensamiento, con tus sueños lejos de los míos, con tu vida lejos de la mía, con tus proyectos lejos de los míos, pero ahí, sabiendo que, aunque lejos, yo estoy aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario