lunes, 21 de septiembre de 2009

Éso fue ahora, ésto es entonces

Llegó tarde el héroe, muy tarde. Las llamas lo habían consumido todo, los supervivientes habían perecido ya entre las ruinas. La policía desalojaba a los últimos curiosos. De lo poco que hubo que ver, fue todo tan repentino, no quedaba ya nada, sólo una masa humeante de escombros. Las ambulancias, ya sin esperanzas, habían partido. Las bolsas de cadáveres, alienadas, eran cargadas pacientemente por enfermeros con caras desencajadas en furgonetas grises. De vez en cuándo, sonaba un móvil entre los cascotes.

Al héroe no le costó imaginarse el dolor al otro lado, la angustia, la certeza cada vez más cercana de la muerte de algún ser querido.

Se acercó a un oficial de policía y se ofreció para ayudar. Era el héroe y vivía para ello. Pero era demasiado tarde ya. Había llegado demasiado tarde.

Quiso llorar. Pero era demasiado tarde hasta para eso.

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