sábado, 19 de septiembre de 2009

Malditos bastardos

Sólo mientras tanto el mundo agoniza, se alzan muros
de sangre y venganza, odio y muerte, ya sabéis
todas esas palabras.
Atrás, entre las llamas, un sueño camina con pies de tierra
y se deshilacha entre paredes de algodón que dejan descalzos
millones de corazones que no gritan nada a ningún aire,
que ya ni laten ni pulsan.
En el otro lado del mundo sonaba una campana.
Y al otro, un psicopompo equivocado revoloteaba sobre una estatua de Atenea.
Y justo en el centro una zona cero superpoblada de vacíos.
Y medio afortunado que miraba primigenios sin creérselo.
Pero nadie nunca dijo que algo de ésto tuviera que tener sentido.

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