sábado, 5 de septiembre de 2009

Las mil vidas de Melquíades Estrada (y II)

Alrededor mío, otras voces. Frente a mí, un descafeinado con leche. Hoy no soportaría otra cosa. Alzo la cabeza. A mi derecha, hago un comentario sobre la batalla de Verdún. A mi izquierda, hablo sobre Rincewind. Frente a mí, si los orcos son mejores receptores que los humanos. De eso sé hablar. Miro otra vez al descafeinado. Debería ser una cerveza. Deberían ser mil cervezas. Y todos esos ojos, todas esas voces, deberían ser únicamente dos ojos, debería ser únicamente una voz. Pero ya es tarde incluso para que sea demasiado tarde. Ya es tarde para todo.

Pasa un rato.

Otros rostros, otras voces, otra vez. Venecia, sin ti. El príncipe de la ciudad convoca a los vampiros ¡Cruzada! Assamitas, Ventrue, Toreador... Ningún nombre me es ajeno. Ningún dado. Pero tampoco es aquí dónde pertenezco. No hoy, no ahora.

No sé dónde, no sé cuándo.

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