
A veces el destino, o el azar, o lo que sea, te gasta putadas gordísimas, y acabas maldiciéndolo a él, o culpándolo a él por no culparte a ti mismo.
Otras, sin embargo, te gasta bromas tan sutiles,te lanza guiños tan finos que cuándo los pillas, si es que te llegas a dar cuenta, no puedes hacer menos que reírte, aunque sea entre dientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario