sábado, 7 de noviembre de 2009

Huecos

Queda del mundo una última vuelta
todavía que no se ha dado, una
mirada hacia los postreros equívocos
que se asientan sobre un lecho de naranjos
y vuelan de arriba adentro con lentas
palpitaciones que ya no son inteligibles.

Desde el borde en que se precipita la luz
hacia los amarillos recodos de los ríos
surge cómo por azar un canto indemne
que retoma sin saberlo trozos de espliego
rodante que destroza sin sabelo la lluvia.

Sobre los pies de arena, una estatua erguida
bajo el cobre inquieto de los siglos
rompe a llorar como un pedazo de hielo
donde el azul se confunde con el blanco,
y el blanco es siempre otra cosa.

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