Se retuercen las noches sobre el hielo, panza arriba, buscando la luna que se fue como una brisa en un tiempo lejano dejando las mareas fugándose por los bordes de un mundo anillo imaginario.
El tambor continuo tañe en el fondo de este agujero indiferente, donde solo hay todavía más oscuridad devorando lo ya negro y se estrella una y otra vez el muro de la esperanza.
Removiendo con el ariete infinito de la nada la realidad vuelve a situarse en cada recuadro, no fue nada más lo soñado que lo vivido y en la balanza rota tal vez cupiese otro verso. Nunca se sabrá. Nunca se sabrá.
No hay placer que sea malo en sí mismo. Lo que es malo son las desagradables consecuencias que puedan resultar si no se usa la cabeza cuando se decide qué placeres perseguir y cuáles evitar.
Epicuro 341-270 a.c.
Lo que pudo existir brilla un instante, Luego deja sus sombras marcadas para siempre, Fue tiempo de soñar, y sin embargo Estaban ya las cartas repartidas. (Luís García Montero. Habitaciones Separadas)
Tú no eres como los demás niñ@s -decía mi madre- Y si no puedes sobrevivir en este mundo, mejor será que te construyas uno propio. (J. Winterson)
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