viernes, 6 de noviembre de 2009

Insurrección


En la breve distancia del mundo
se rezagan todavía los inviernos
para posarse con suave presteza
en unas manos que ya no existen.

Los brazos se abren, se ofrecen,
ayer habría corrido, sin dudarlo,
hacia ellos, abiertos los propios.
Hoy lo que hay es huida, silencio.

No se merecen los abrazos, no
se necesitan. Que reinen esta noche
el silencio, la soledad elegida,
la libertad de no deberse a nadie,
la certeza de no tener nada,
nada qe ofrecer, nada que recibir.
Nada,

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