lunes, 31 de mayo de 2010

Italia

Lacera el mundo de arriba abajo
el doloroso maullido de la negra luna
con su mano de escarcha y su sol arrancado.

El camino se desmembra y se desnuda,
vuelve el rostro a desasirse
entre la ajena rabia de los años.

Y entre las nubes sin estrellas,
o el mar que arrecia contra el espino
un rato se pierde entre futuros.

Con la lluvia se trocea hacia otras sonrisas
la fulgurante vacuidad de los terrones
y la silenciosa oscuridad de los andenes

Piedra sobre piedra, al amarillo
le gotea tinta difusa por los ojos:
Canto definitivo en que la vida se escapa.

Ya no es tiempo de presagios,
solo de ramajes y quehaceres,
solo de nuevas naves para nuevos naufragios.

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