Hoy que casi anochezco por un instante
evocando el frío sol ya tan ausente,
rompo una lanza en mi costado, musito
en el nombre del acero y de la noria,
por algo menos de una moneda no dividida,
rastreo en el eco de la memoria mi propia frente esquiva.
Tengo dos llaves:
la alcantarilla y el abismo,
el silencio y la agonía,
la duda y el camino.
Haciendo del sonrojo una trinchera
contra el aluvión de espectros acechantes:
Qué derrota por venir,
cuántas lágrimas a derramar,
dónde ser.
Tanto humo todavía en la escombrera,
tanto amanecer a pedacitos,
tanta gloria de un momento.
Y todo pese a todo,
destrozando barrizales a su paso.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
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