domingo, 9 de mayo de 2010

De súbito supino

Errar con el suave llanto de las olas
arrastrandose sin prisa en los baldíos,
o pulir una por una mil agujas
en las entrañas deshechas de vientos y tormentas.

Correr forjando coronas de hielo sobre colinas pardas
o desembarcar en tristes islas élficas
donde poniente es todo páramo y en las cimas,
los truenos rasgan el norte con demonios de tierras allende.

Con canto de cristal, los humedales lanzan
un grito de guerra ante bastiones de alas de plata
donde las espinas se tuercen entre devastaciones y pestes
que no olvidan sus cicatrices muertas.

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