Cúspide o silencio, primer sentido
en que acudo raudo en busca del crepúsculo,
trenes definitivos entre parques ausentes
o la vana terquedad de la permanencia pese a todo.
Con fines explícitos se reclaman los penúltimos hados
que revuelven en su sino un mar de llagas y penínsulas
y arranco con la premura inocente de un galeote nocturno
las islas confiscadas hacia valles delirantes.
Una lanza entre ceja y labio, una frente
que sonríe al mar y a la victoria.
En este campo se siembran los azares,
las semillas rotas se perpetúan por los rincones
y el polvo ni las mella ni las zurce.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
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