en un millón de kilómetros.
Quedan ya lejos sus huellas,
hace tiempo se apagaron
las últimas fogatas
y las avanzadillas
no encuentran nada.
¿Retirada?
No.
Está ahí.
Acecha.
Avanza.
Sabe que son tan débiles las murallas.
Un guiño, una sonrisa, una palabra,
o la promesa de una palabra.
Lanza su ataque terrible
sólo con esperanza.
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