Y atrás como una herrumbre,
el dibujo desolado de una esperanza.
La hiel híbrida de la mirada melosa
y un librito ilustrado o un montón de algas.
Un día fue un encuentro,
un muñeco sin cuerda,
un misterio simplemente
o ciento uno sin resolver.
Un día fueron cuatro estrellitas en el oído
o unas palabras dichas tarde y mal,
un no viaje a una ceremonia
o un beso oculto entre pasta de dientes.
Una respuesta en el momento injusto,
una guerra interminada,
un fueguito de los deseos
que ardía demasiado.
Una mañana, o una noche, o una tarde
en que se rompieron las ausencias,
los cristales rotos todavía llamaban
y la pereza de los cuerpos llegó tarde.
Y luego el agujero marrón
en que rebotan aquellos relámpagos.
Una cascada sol y mina,
un rayo azul que a veces se cruza,
una frase que no se encuentra.
Otro silencio que es eterno
y este reguero inútil,
este nudo absurdo
esta aurora tan ilógica.
No por el sino, ni por el alma,
solo por ese fondo ilimitado de absurdez,
que es ese ansia tan infinita
de que doler sea otra cosa.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
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