Pero a veces es al revés y es por dentro
donde aguardan las estalacticas, mudas
esperando rozar la sangre,
o desaparecerse para siempre en un fundido en blanco.
No cabe el silencio entonces.
Bajo la piel ya asoma algún resquicio:
Es, sin embargo, la misma herida con otro nombre.
Y cerrar los ojos no basta ni consuela.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
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