miércoles, 12 de agosto de 2009

Corazón de Rock and Roll

Tiempo antes, mi vecino había venido a casa con un par de cassettes para que le grabara uno en mi potente trasto de doble platina. Era un tal Loquillo. Yo prácticamente acababa de salir de Parchís y Enrique y Ana, cómo muy mucho Hombres G, aunque mis compañeros de clase ya iban por el Mad Mix 5. Uno o dos años atrás, mi compañero de mesa en EGB me mencionó a los Pet Shop Boys, exactamente la canción "Suburbia". Le dije que sí la conocía. No la había oído en mi vida. La primera cinta de música no infantil que escuché era de color rosa. Yo estaba sentado en el comedor, con un triste, pero funcional, reproductor verde en las rodillas. Escuchando música moderna, todo un rebelde. Mi generación, entre tanto, ya se emborrachaba en los pubs. Al primero que entre, cena de fin de curso de octavo. No habíamos hecho viaje y eso que nos hinchamos a vender fantasmas de cerámica. Por aquellos entonces, en aquellos sitios, había dónde sentarse. Nos sentamos y nos tomamos una fanta. Y jugamos al Altered Beast, que estaba por allí. Esa se me daba medio bien.

Pues allí estaba mi vecino, con sus dos cintas, y yo, amo supremo de la tecnología. Así que me puse a grabar. Y de paso, a escuchar.



Vaya. Me hice con una cinta y me lo grabé también. Por entonces mi radiocassete de doble platina ya estaba en mi cuarto. Ya empezaba a ser mi refugio. Y escuchaba esa canción, y cada vez me gustaba más. Luego aparecieron Los Rebeldes, y algún otro más, tal vez, pero sobre todo ellos dos. No mucho más tarde, me encontré con un antiguo compañero de colegio. Yo iba al instituto, el estudiaba diseño. Él vestía como Loquillo, y en algún momento, le solté una frase de una canción. Se interesó por mis gustos. Me dijo que ya hablaríamos sobre el tema.

Y no recuerdo ni cómo ni cuándo empecé a elegir el tipo de ropa que quería vestir y el tipo de pelo que quería llevar. Lo cuál a la larga fue una complicación porque mi pelo es altamente impeinable. Y aquellas cintas empezaron a pasar de mano en mano y de platina en platina, y fuimos siendo alguno más. Primos, amigos de toda la vida, todo eso, pero poco a poco, algunos más. Era la época en que los amigos empezaban a cambiar, y ya empezabas a no quedar para salir con quién habías quedado para jugar. Algunos duraron poco, otros duramos más.

Vivimos tiempos de cervezas, chicas y rockabilly... De cervezas y rockabilly. Y chicas, pero eso eran los demás. Y no todos. Aunque yo fui el primero que... No cabe ahora hablar aquí de eso. Había otros antes, Rocky, Paul, Boogie, Pipo, tal vez alguno más.Poco a poco, fuimos compartiendo espacios con ellos, y poco a poco, fuimos ganando nuestro propio espacio. Éramos los Road-Runners, aunque sólo nosotros lo sabíamos. Y los Dalton también lo sabían, claro, pero ellos tenían grupo de música y todo. Freddie, Little, Eddie, Silver, Pipo, que se quedó con nosotros, la gente de Alcoy con la que nos juntábamos, la gente de Castalla, Merchita, Gilbert, Ricky. Andrés y Tomás. Las chicas, las Tres Rockers Solitarias. Una de ellas vive por mi barrio, o por el barrio de mis padres. A veces la veo. Las chicas de Onil, que se liaban con mis amigos,y el que suscribe, el descargo cómico, el loco de los chistes, Crazy Tequila, luego evolucionado a Crazy Man Crazy... Todavía hay quién me lo llama. Todavía hago chistes de casi todo. Aunque a veces me duelan.

Tiempos de amistades eternas y borracheras. De hamburguesas y del bar Juanete. De polos de limón y cafés con sal. De ir a Balaguer a una concentración y a Dolores a ver a Robert Gordon. De Crazy Cavan, de Stray Cats. De amores imposibles y líos pasajeros. De acampadas en medio del monte, de historias de miedo al anochecer, de ver "Grease" y "The Wanderers". De rockers, rockabillys y teddy boys. De concursos de playback, de cazadoras universitarias y chupas de cuero. Y de ir a todos los pases de "La bamba" y "Gran bola de fuego".



Creo que también estaba matriculado en el instituto, pero no puedo precisarlo bien. Aunque sí recuerdo haberme leído dos o tres historias de la música rock. En especial, uno que había salido como coleccionable en "El País".

Lo estaba, porque al principio de esta historia, yo hacía tercero de BUP por libre. Vamos, estudiar sin ir a clase. Lo que había hecho otros años, pero esta vez estudiando. No tuve un paso glorioso por Bachillerato, no puedo estar orgulloso de eso. Pero ya en la pequeña introducción he omitido muchas cosas de la cuáles no estoy, todavía orgulloso. Y todavía las recuerdo.

Comíamos pipas en la puerta de una tienda de chucherías, no recuerdo quiénes éramos. Pasaba un grupo de chicas. Una castaña, ojos verdes, me miró, o nos miró, y algo me dijo "ésa". Siempre algo me ha dicho "ésa". Pero no siempre he hecho caso.

Poco después, coincidimos en la plaza principal del pueblo. Tiene un árbol grande, un pinsapo, que tiene un cerco de piedra donde la gente suele sentarse. Ellas estaban por allí. Intercambiamos alguna mirada. Pero poco más. Luego nos fuimos, o se fueron, o lo que fuera.

Pasó algo de tiempo, supongo que no mucho. Estábamos en un pub. Un amigo me dice que le acompañe, que unas chicas quieren ir con nosotros a la feria. Sabía lo que iba a pasar, yo iba para entretener a la otra mientras él intentaba camelarse a la una. La una años después acabó siendo mi vecina, pero, aparte, la otra era ella. Y estaba allí. Y ambos sabíamos por qué estábamos allí.

Nos fuimos a la feria. Dijeron de montarse en la noria, pero a ella le daba miedo, mucho miedo, parece ser que en su pueblo... uno pequeño de Córdoba, se había roto una hacía algún tiempo y había muerto gente o cosas así. Pero nos subimos. Dos y dos. Antes de acabar la primera vuelta los otros ya se estaban besando y nosotros no sabíamos dónde poner los ojos. Supongo que hablaríamos, o cualquier cosa. Bajamos. Luego nos fuimos viendo. Hablábamos poco, cuándo nos veíamos yo siempre iba un poco bebido y me avergonzaba. Pero íbamos hablando. Y yo sabía que me gustaba. "Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos". Por aquél entonces no leía poesía, leía a Stephen King. Aunque sí escribía cuentos y poemas. Llegué a ganar algún pequeño premio. Cómo de eso sí estoy orgulloso, sí lo escribo.

Un día, más bebido de la cuenta, cómo sabiamente me habían aconsejado mis amigos, la llamé cuando se disponía a volver a casa. Toque de queda estricto. Supongo que entre mucho tartamudeo y mucho ésto me supera, le pregunté si quería salir conmigo.

Ella sonrió. Le faltaba un diente, el agujero le quedaba precioso. Luego me enteré que había sido consecuencia de una paliza de su padre alcohólico. Me dijo que se lo pensaría, que la semana siguiente me lo diría y salió corriendo buscando refugio en sus amigas.

Yo no salí corriendo, pero casi, y volvi con paso tembloroso, a buscar refugio en mis amigos.


Pintaba paredes con mi padre. En el edificio inauguraban un supermercado, y con la compra, te regalaban una rosa. Así que con la tontería y el juego y los prejuicios y todo eso, fui con mi flagrante mono blanco a comprar una caja de preservativos y a conseguir mi flor.

Casualmente, ella vivía en mi propio barrio, unas cuantas calles más allá. Iba a clases de mecanografía los miércoles. Yo la esperé en una esquina, se sorprendió de verme. Le extendí la flor y le dije "Ésto es para ayudarte a pensártelo". Faltó música.

Y llegó el fin de semana. Los preservativos los repartí entre mis amigos. No sé si los llegaron a gastar.Y llegaron sus amigas... Y ella no llegaba. Estaba enferma, con fiebre, en cama. Estupendo, y yo compuesto y con un ataque de nervios.

El fin de semana siguiente, castigada. Su casa debería ser un cuartel o algo así.
Y el fin de semana siguiente... Apareció.
Estábamos en el pub habitual, donde ponían música de guitarra y de tanto en tanto rock and roll. Hablamos un poquito. Pusieron una lenta.
Pusieron esta lenta:



La tomé por la cintura... dos bamboleamos un poco por la pista, porque el pub estaba lleno y no había mucho donde moverse. Se acercó a mi oído y me susurró... "que sí que quiero salir contigo".

Y salío corriendo. Se le daba de un bien, parece ser.

Así que tenía novia.
Me duró un mes.
Esta parte no la recuerdo muy bien, pero viene a ser que cada uno salía con sus amigos, ellas iban a bailar tecno a un pub y nosotros rock and roll a otro. Diferencias insalvables. A veces nos veíamos, a veces no. Creo que ni llegamos a besarnos. Muy raro todo, muy raro.
Un día me dijo que cortaba. Fue en una discoteca. En las discotecas de pueblo, ponían de todo tipo de música. Sí, me estoy justificando.

Pues cortó. Yo me quedé allí, pasmado y tranquilo. Sabía que volvería.

Pasó algo de tiempo, no sé cuánto, seis o siete meses tal vez. Sé que se acercaban fiestas, que era septiembre. Y yo pasaba de curso y todo, había mucho que celebrar. Que reapareció por nuestro entorno, por una amiga común o algo así. Y nosotros ya teníamos coche. Un glorioso R5 al cuál poníamos la inconmensurable cantidad de 500 pesetas de gasolina entre todos para irnos a otros pueblos de fiesta.
Me montaron una encerrona. Alguien ya me había comentado el tema. Se las apañaron para que acabasemos los juntos en el asiento de atrás para hacer un recorrido que podríamos haber hecho perfectamente a pie y se les ocurrió poner una baladita de Stray Cats cuyo nombre no recuerdo... pero que de cuya letra en inglés habíamos hablado poco antes uno de los presentes y yo. Con palabras y música muy lentas y bonitas, venía a contar como uno de los miembros de una pareja rota pedía otra oportunidad y el otro miembro se negaba a dársela.

Así que me tuve que reír. Me resultó divertido. Y no pasó nada ese día.

Poco después actuaba Loquillo. Y nosotros éramos los rockers oficiales del pueblo... Había que ir. Y vinieron ellas, claro está. Éstábamos en primera fila. Ella estaba sentada en la valla. Sonreía. La cogí por la cintura en algún momento, no hizo falta decir más. Vimos el concierto, la acompañé a casa.
Bueno... a la esquina de seguridad a prueba de madres y ventanas. Nos miramos. Nos besamos. Mi primer beso de amor. Solo labio contra labio. La felicidad embargaba mi cuerpo.

Tanto, que pude evitar soltar una risa. Yo y las situaciones románticas, las situaciones románticas y yo...

Ella se enfadó, creyendo que me reía de ella, y se fue corriendo. Cómo si no.

A la semana siguiente no me dejo besarla. Pero luego ya si.
Esta vez fue más normal. Nos veíamos a menudo, íbamos a tomar algo, íbamos algunas parejas a veces, otras todos los amigos. Yo la acompañaba a casa y me volvía con los amigos... Ella siempre dijo que le parecía bien. El único problema, media hora de camino a su casa, media hora de camino al pub de referencia, que estaba en las afueras. Bueno, el camino a su casa siempre tardaba más de media hora.
Y era feliz. Esa pequeña felicidad de los pobres, esa bonita felicidad de quién no necesita nada más.

Yo estudiaba, de hecho, incluso me iban bien los estudios. Llegué a creer que tendria un futuro y todo. Ella trabajaba. Vivía con su madre y su hermano, huyendo del padre que se había quedado allá, en el pueblo.

Poco más que contar. Vida sencilla de gente sencilla. Pero el mundo seguía girando ahí fuera, y cierta mano invisible que iba a tomar las riendas del planeta en breve, si de hecho no las estaba tomando ya, agitó uno de sus dedos.

Ella se quedó sin empleo. De la noche a la mañana. O con quince días de preaviso. Pero sin empleo. Aguantó un tiempo así, mientras buscaba otras cosas, pero nada pudo hacer. La crisis ya se había inventado entonces. Así que se tuvo que ir a un pueblo, no sñe si al suyo o al de algún familiar. Nos despedimos. Nos llamábamos, nos escribíamos, nos decíamos lo de "cuelga tú" y todo eso. Vino un par de veces. De hecho, un día me dio la corazonada dq que iba a venir ese fin de semana y le compré un regalo.
Nota: Hacerle más caso a las corazonadas, que me suelen funcionar.

Vino en plan ¡Sorpresa! y la sorpresa se la di yo... una esclava, creo que era. Ella se medio mosqueó con las amigas, pero nadie me había dicho nada. Pero explícalo...

Una vez, vino más seria que de costumbre, yo estaba en unos recreativos, cómo no, con la única máquina que se me daba bien... una de preguntas y respuestas. Me dijo que teníamos que hablar. Yo no conocía todavía los horrores de esa expresión y contesté que de acuerdo. Fuimos a una cafetería cercana y tomamos una coca cola.

Otra nota mental: ¿Por qué me acuerdo de esos detalles?

Me dijo que lo teníamos que dejar, que cada vez iba a venir menos, si podía venir, y que llegaría el día en que no vendría más.
Le dije que de acuerdo, que lo comprendía. Con voz tranquila.
¿No te enfadas conmigo? me preguntaba. No, no es culpa tuya.
La acompañé a casa. Un último beso. Un último abrazo.
Volví a casa. En mi cabeza, un señor al que no conocía de nada me había jodido la vida por que él no ganaba suficiente dinero. En mi corazón se iba cerrando un puño, tiñendo de rojo una bandera.



Pero eso fue luego. Aquel día volví a casa taciturno, cabizbajo, me encerré en mi cuarto, mi refugio. Cogí la única foto que teníamos juntos y la miré un rato. Pero no pude recrearme mucho en la tristeza. Mi madre me avisó. Al teléfono un amigo, estaba muy raro. Al día siguiente lo tuve que acompañar al hospital. Tenía un brote psicótico.


A modo de epílogo:

Espero no haberme ensalzado mucho. Ha quedado muy épico, pero hay abajo hay mucha mierda oculta, y mucha todavía me pesa.

Ella volvió alguna vez, pero claro, ya no fue lo mismo. Además, creo que hubo algún tipo de mal rollo entre las amigas. Casualmente, años después pintamos la casa dónde vivían su madre y su hermano. Por una conocida común supe, mucho tiempo después, que se había casado, y que tenía hijos. Espero que sea feliz.

Y mi amigo se recuperó estupendamente y también está casado y con hijos, es feliz y todo eso.

Los Road-Runners... crecimos... Trabajos, estudios, parejas, otras músicas, otras gentes, alguna mala historia...

Pero han pasado veinte años y seguimos siendo amigos.


1 comentario:

  1. Hola Crazy, soy tu vecino, el de las cintas de Loquillo y el R5.
    Acabo de leer todo esto y he revivido todos aquellos años de golpe, como todo en esta vida tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas, y hemos de quedarnos con las buenas.
    Como tu dices "han pasado veinte años y seguimos siendo amigos", pasarán otros veinte y otros veinte y otros veinte y seguiremos siendo amigos. No lo dudes.

    ResponderEliminar