Roca en el espejo,
huestes mugrientas
pastillas para no esperar,
y la dulce certeza de lo lejano
embebido en cristales rotos.
Puño y runa, hacha que camina,
suave gorjeo arrancado al musgo,
extraños mundos frente a frente,
crecidos entre agostos y promesas.
Cadencia arrebatada a la farándula,
caricia entre establos y suturas,
nardo inerte como una colina.
Trigales de antaño en vericuetos oscuros,
portones caídos, cementerios
y la niebla posible como excusa,
nacida de la luz y de los hielos.
Razón de beber en entretiempo,
pálpito incólume de tan insano,
llovizna perenne a mediodía.
Carreteras a todas las salidas,
árboles sin halo ni consuelo,
callos deshojados en el alma,
puñado de viento, de sange, de nada.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
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