martes, 8 de junio de 2010

Alma entera

Y desde este lado de la calle voy mirando
como gotean ladrillos desde las botellas:
almas rotas que se abrazan a los sueños
y duermen el temblar efímero de aquel momento
roto contra ventanales de lluvia y vaho.

Y desde estos caminos siempre todavía,
lanzo hacia adelante dudas y otros prejuicios,
como las semillas aquellas malditas mil veces,
hiel en el vientre y sangre en el tiempo,
siempre losas que ciegan muros y cenagales.

Con paso raudo pero sencillo, bordeo
el fustigar sutil de las cataratas sobre  el pecho,
la burda poética del archísilabo incorrecto,
el apretar cansino de pulsos y relámpagos
que se entretienen en verjas ajenas como rayos.

Hoy sin maullidos ni retratos,
abierto el horizonte, el todo siempre oscuro,
calzo el fin como trinchera,
rompo pasillos entre los pasos,
amanezco presente aunque se marche
cada pequeño hálito de mi cintura
hacia aquel otro cercano milímetro
de abetos y suspiros,
de mares a rayas y caídas,
de lunas e imprecisiones,
de posos eléctricos en un terrible gesto.

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