sábado, 24 de abril de 2010

Bosques primigenios

Nubes corredizas se posan
en las cavernas que no exlaman
su viento adrede entre los campos.

Un pastel de gloria atenaza
los reflejos inexactos de la noche
y el trigo impuro entre sus labios.

Llama el ojo a otro pálpito
y caminan entre las fugaces sombras
que acuden sin vello a la mañana.

Podría decirse que de todo
rasguea acordes con ínfulas baratarias
el córvido espacio de la victoria pírrica.

Pero en un segundo presente, u otro suspiro,
piden odio y palabra lo esquivo de la hoguera,
el confuso mar de lo irresoluto como medio.

Pérdidas infames o inconsecuentes,
cúspide eterna del fuego o de la nada,
se sueñan los montes un paraíso que no existe.

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