sábado, 6 de marzo de 2010

La espada salvaje de Krotar

Y amanecer o algo parecido
como un pasado sin nostalgias
a la promesa infantil del regreso
o la inútil vacuidad del presente
no retornable a las ciudades alegres
o las vastas alamedas de una quincena.

Horrores sencillos que se instalan
en asfaltos quemados tres minutos antes
y devuelven el universo a lo que era,
mil millones de puntos en una lámina ansiosa
que redistribuye ufana vidrios sin plata
y colmillos a flor de piel,
como un fin de trayecto gris
que adolece de retoños y sonrisas,
de infinitos y de perfectos.

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