Y no quiero decir que haya pasado el verano y vuelva a andar por aquí, ya de vuelta a la rutina.
Quiero decir que sobreviví, que estoy vivo, tal vez por suerte, o por casualidad, o porque las leyes de la física impidieron, o favorecieron, cualquier otro resultado.
La historia es sencilla: El camino hecho mil veces, un poco de lluvia y de repente yo intentando manejar un volante que poquito antes había dejado de controlar. Ni siquiera estaba de vacaciones. Ni siquiera era fin de semana.
Y no pasó nada.
O casi nada, que no es lo mismo, pero es igual.
Obviamente, el coche está en el taller.
Obviamente, yo renqueo un poquito.
Pero no pasó nada. Apenas si molesté a nadie. El coche arrancó, yo respiraba.
Llegué a mi destino.
Y ya está. Todo sigue.
Y ya está.
Estrellas que alcanzar
Hace 6 años
Me alegro de que no haya sido peor. Salud compañero.
ResponderEliminarEsos sustos son los que te hacen aterrizar y valorar lo que tenemos día a día.
ResponderEliminarCuídate Salva.
Al final ha quedado en eso, en un susto. Gracias por el apoyo.
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