Las nubes de mas acá de otoño
sonríen amarilleando su destino funesto:
La firme evasión de las mariposas
que repartían versos azules entre tinieblas.
Y del camino a esta parte, tan confuso,
el hedor constante y la presencia
persistente de la primera sangre,
de los últimos puñales,
las rastreras pisadas que sisean
como una nube de ladrillos a la espalda
repiqueteando el pensamiento con sus pliegues
reconstruidos sobre el blanco miedo a lo sórdido
que se adivina ferviente en su mortal agujero
desde donde entona canciones pírricas
y destroza los estrechos canalones fétidos
en que yacen ahumados todos los presagios.
¡Spam!
Hace 2 años
Cuánto dolor, cuánto miedo.
ResponderEliminar¿A qué?¿Por qué?