Queda un núcleo a este lado de la puerta
vomitando cenefas fluorescentes dos esquinas más lejos,
pero nada brilla hoy, es la noche prometida
y se le están desgranando recodos a los placeres.
Hubo una cascada en un mar lejano
que danzaba vibrando sobre escarchas perdidas,
pero hoy semeja una estatua ajena, informe,
de terrible mano que abarcase lo que no tenía.
Sueña entonces el siglo con sus tamaños,
arrullando indeciso a un lagar indolente
en que casa y camino serían sinónimos
y los bucles de antaño solo otros mares.
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Hace 2 años
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