Vidas impávidas, incólumes, ingratas,
arrancadas ya mayores de espinos y suburbios,
fluctúan añorantes, ignorantes, de terremotos incandescentes
y paseos famélicos a dimensiones obstruidas.
Tableros resquebrajados donde se desparraman
las ínfimas posibilidades de un mar agnóstico:
habría que retrazar los bastardos que vinieron
a derramar su clamor de siglos nefandos.
Puertas a puertas desde un país preciso,
casi lloviznando en penúltima instancia,
siempre adrede desde un siglo ausente
que combina banal esporas y naufragios.
¡Spam!
Hace 2 años
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