jueves, 4 de marzo de 2010

Agricultura retráctil

Aquí una puerta, un dedo, un segundo,
el tiempo perdido llamando sin retorno
las noches soñadas danzando sin permiso.

Lo falaz de los instantes revolviéndose,
lo más terrible del más terrible de los silencios,
la falta perdonable huyendo
a pálidas estrellas fugaces sin estela y sin nombre.

Rostro en otra parte, ajeno
a muros y puentes, a palabras y pesares:
Ni soñadores, ni caballeros errantes,
nada más una figura triste y encorvada,
presa entre algodones, que soñaba pesadillas,
que no quiere despertar.

Podría ser ceniza un milímetro,
o añoranza de ni se sabe.
Una puerta, una sonrisa, ese momento.

Creyó reírse el sol en su solsticio,
los dados cargados, presto el capote,
pero todo se perdió al final.

Al final, se perdió todo.

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