Tiempos perdidos en otras calzadas,
una hilera en que un día saltaban
hogueras de cartón sobre espamos de centeno
y carreras amarillas sobre los desembarcos posibles.
Subiendo el cabo del retorno en telescopio,
lagrimea otro edén reconfortándose en vacíos
o acarrea impoluto los hangares irracionales del ahora:
un informe destartalado que sabría a error y sandeces.
Ya no queda sangre en el camino, solo esputo y hiel
que demacran con guirnaldas la sombra de un delfín.
Acumuladas en una pira las venganzas y las vergüenzas,
hay un canto ortogonal que ya simplemente espera.
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Hace 2 años
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